Con el pasado revuelto
Estos días han sido días de reencuentros, prefiero decir este año, ha sido un año de reencuentros.
No me refiero solo a reencuentros con personas de mi pasado, también conmigo misma. Desarrollare más la idea para que me entiendan.
Yo no soy muy partidaria de la idea de que la gente cambia, siempre he dicho que los cambios radicales no existen y que los seres humanos lo que hacemos es adaptarnos. Adaptarnos a los nuevos amigos, al nuevo país, a la pareja, a la edad… pero no hay cambios en nuestra estructura, somos en esencia siempre los mismos.
Al reencontrarme con personas de mi pasado, les escucho decir muy recurrente algo “pero es que eres igualita que antes”. Está frase que en ningún momento me incomoda, si me hace pensar mucho y me digo a mí misma. Es que si, soy la misma de antes y me siento feliz por ello.
Soy la misma Angie de 5 años, que habla mucho, que le gusta expresarse, que le gusta pintar, cantar, leer, que ama el verde en todas sus presentaciones, quiero a la gente con la misma intensidad y siempre querré a la gente de mi pasado de la misma forma que los quise en su momento.
Me pasa lo mismo con mis afectos, siento que el tiempo no ha pasado y que no hablan los adultos, hablan dos personas que en su momento tuvieron 12,15,20,25; las conversaciones se basan en recuerdos y los recuerdos te reconstruyen. Los malos o buenos, los ves como anécdotas, miras desde arriba tu vida, lo grandioso y todos los obstáculos que se superaron hasta llegar a esto a una conversación de memorias.
Los recuerdos son nuestra base, que se va engrosando con los años como los anillos de un árbol. Sentarnos horas hablar de quienes fuimos nos reconforta, te quita las careta, no hay mentiras ni misterios. Te hace ver increíble la vida, te hace traer a la mesa ilusiones y pensamientos olvidados o escondidos. Te hace replantearte cosas, te hace feliz y te vas con el mar revuelto.
A esto me refiero con el reencuentro conmigo misma. El reencuentro con uno mismo nos permite apreciar la continuidad de nuestra esencia a lo largo del tiempo. Aunque nuestras experiencias y circunstancias cambien, es como si cada etapa de nuestra vida se superpusiera, creando capas de recuerdos y emociones que nos definen.
En cada reencuentro con personas del pasado, descubro que los lazos que nos unen siguen intactos. No importa cuánto tiempo haya pasado, seguimos conectados por los momentos compartidos y las vivencias que nos marcaron. Es como si el tiempo se detuviera y volviéramos a ser quienes éramos en aquel entonces.
Mis años y mis recuerdos están ahí, dispuestos a aflorar en cualquier momento y con cualquier persona.
Es que si, en mis 32 soy la Angie de los 5,10,15,20,25,30…. Soy todos mis años y mis recuerdos dispuestos a aflorarlos cuando y con quien sea necesario.