¿Dónde está mi divinidad?

Crecí siendo una niña feliz, porque si, a pesar de las dificultades y problemas familiares que viví, considero que el resumen de mi niñez fue felicidad.

Nunca me ha gustado verme como víctima, o ver mi vida victimizada. Nunca me gusto hablar o contar de mis problemas para mostrarme como una persona superada o para dar lástima. No me parece correcto (a mí) el vivir victimizado.

Siempre vi la vida desde un punto positivo y altruista, aun en la edad donde no sabía que significaba esto. Siempre fui muy consiente de que era una más en el mundo que tenía problemas. Siempre traté de comprender los problemas de otros, intentar ayudarlos y ver desde arriba los míos. Siempre supe que hay muchas personas en el mundo con los mismos problemas o peores, unos los muestran, otros no, pero ahí están... Ninguna vida es perfecta. Siempre busqué dentro de mí la claridad y fuerza para entender al mundo que me rodeaba, las decisiones que tomaban, los que me rodeaban y con base en eso poder ayudar, ayudarme y sanar.

Hace poco meditando en mí, en mi valor y utilidad en la vida, recordé un poco la siguiente historia, la busque correcta para compartirla aquí:

Una antigua leyenda hindú dice que hubo un tiempo en el que todos los hombres eran dioses. Pero abusaron tanto de su divinidad que Brahma, su dios principal, decidió retirar a los hombres el poder divino y esconderlo en un lugar donde les fuera imposible encontrarlo. El gran interrogante fue, entonces, dónde esconderlo.

Cuando los dioses ayudantes de Brahma fueron convocados para resolver este problema, propusieron esto: «Enterremos la divinidad del hombre en la profundidad de la Tierra». Pero Brahma respondió: «No, eso no es suficiente, porque el hombre cavará profundamente algún día y lo encontrará».

Así que los dioses ayudantes replicaron: «En ese caso, tiremos la divinidad en la profundidad del océano».

Pero Brahma respondió de nuevo: «No, porque tarde o temprano, el hombre explorará el fondo de todos los océanos, la encontrará y la traerá de nuevo a la superficie».

Así que los dioses ayudantes concluyeron lo siguiente: «No sabemos dónde esconderla, porque no parece existir sobre la Tierra o en el mar lugar que el hombre no pueda alcanzar algún día».

Entonces, Brahma dijo: «Esto es lo que haremos con la divinidad del hombre: la esconderemos en lo más hondo de su propio interior, ya que es el único lugar en el que nunca se le ocurrirá buscar».

Pensé: ¿Qué habrán querido decir con divinidad?

Si buscamos la definición de esta palabra, siempre va asociada a un dios, lo divino es religioso. Sin embargo, la etimología de la palabra se refiere a una "cualidad divina" o a un "conjunto de atributos" de alguien que lo hace divino, que (para mí) sé mal atribuye solo a los dioses o dios, según sea tu religión. Pero es un tema cultural y está bien, hay personas que esto le resuena y está bien.

Pero yo, descomponiendo la palabra, la leyenda, la idea... quise intentar comprender cuál era mi "divinidad" (cualidad), esa que está en lo más profundo de mi ser, la que me mantiene y me sostiene al pasar de los años. Que habían escondido tan al fondo de mí, que creerían que jamás iba a encontrar.

Resolví que mi divinidad es la empatía, mi cualidad "interior" es la empatía, mi poder es la empatía. Después de esto hay muchas cosas superficiales a trabajar, el ego (que no siempre es negativo), el control. Pero definitivamente la empatía es lo que resume todo lo que escribí en el tercer párrafo.

Más allá de esto, comprendí lo importante que resulta el poder ver y buscar en nuestro interior, hacia lo más profundo y comprender cuál es nuestra cualidad primera, la que prevalece con los años, la que puede resultar para ti mismo poder actuar divinamente para ti y para otros. No dejemos que la divinidad sea un tema netamente dogmático y religioso, porque hay más divinidad en la tierra de lo que creemos, comenzando por ti, por el poder que hay en ti.

Palabras Imprudentes

Mucho por hablar, mucho por escribir.

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