El destino.

Cuando Ulises entró al gineceo, tocó la trompeta de guerra, el joven Aquiles, quien se encontraba allí, lo invadió un ardor bélico, él no tuvo dudas, se despojó de sus trajes, para ir con Ulises a pelear a Troya, a cumplir su destino.

Así lo plasma Rubens en un cuadro donde se ve a Aquiles vestido de mujer, escondido en el gineceo, que es la imagen que ven al principio.

Aquiles estaba destinado a luchar en Troya, el oráculo se lo había dicho a su madre Tetis; sin embargo, ella en búsqueda de proteger a su hijo de un final fatal, decidió esconderlo entre mujeres en un lugar donde seguramente nadie lo encontraría, en este lugar se vestiría y educaría al igual que las mujeres. Aquiles estaba seguro y Tetis había engañado al oráculo, había engañado al destino.

Por lo general, esta historia se enfoca al desarrollo de la idea de la muerte y del ser ejemplar. Ciertamente, este mito, este cuadro, esta historia, tiene muchas aristas para profundizar, pero yo quiero desarrollar y compartir con ustedes mi análisis e idea en torno al destino.

Tetis hizo lo imposible para ocultar a Aquiles de su destino, pero el destino llegó a él, se apoderó de él con el sonido de una trompeta. Ahora, les pregunto: ¿puede ocurrir esto?, ¿estamos destinados a algo?, ¿puede ser que el “destino” sea tan fuerte y tan poderoso que nos llame de tal forma que no tengamos más opción que acatarlo?, ¿es inteligente creer que nuestra vida está escrita?

El destino es algo en lo que pensamos sin darnos cuenta, cuando algo importante nos sucede, sea favorable o adverso, nos sacamos de debajo de la manga la famosa frase “son cosas del destino”. Cuando vemos una pareja y pensamos que su felicidad es plena o una relación que se rompe porque no hay más remedio, nos valemos del “estaba destinado a ser”.

Los griegos consultaban el oráculo de Delfos para conocer su destino, actualmente los menos religiosos acuden a su guru por así decirlo de confianza para que le lea el destino, incluso dicen que lo pueden hallar en la palma de nuestras manos. Los más religiosos dejan este trabajo en manos de su dios.

La vida nos es tan incierta y tan compleja que preferimos pensar que la vida misma nos tiene preparado algo mejor, porque hay que ser optimistas, por supuesto. Pero cuando estuve investigando la palabra encontre una definicion curiosa de la etimología:

En la cultura griega la palabra que equivale al concepto de destino es MOIRA, que literalmente significa parte dividido de un todo, como por ejemplo un lote de tierra. Mitológicamente, en la cosmovisión griega, el destino de cada uno es la parte que se nos otorga antes de nacer y depende de cada uno de nosotros qué hacer con esa parte.

https://revistaacropolis.org/2019/10/14/moira-el-destino/

El destino es ese don, esas habilidades, esas capacidades y cualidades que se forjan desde que se llega a esta vida y según lo que haga con ello, es lo que determinará, por lo general, que me sucedan cosas favorables o adversas en mi vida.

En criollo, yo fabrico mi propio destino y estoy totalmente convencida de esto.

Estoy también convencida que se nos es más fácil dejarle el trabajo a lo incierto, de no responsabilizarnos de nuestra vida, de dejarle al falso y malentendido “destino” nuestros éxitos y fracasos. Aquiles sintió un ardor bélico al escuchar la trompeta de Ulises, a Aquiles lo invadió su destino, se apoderó de él y fue a Troya, como si no le quedara más remedio que obedecer, entregarse a su final que estaba escrito, empuñando su espada.

Pero puede ser que Aquiles entendió que tenía un don y que debía utilizarlo.

Puede ser que Aquiles entendió que tenía que hacer algo con sus habilidades.

Puede que ese ardor bélico fuesen sus ganas de huir de un lugar al que no pertenencia y en el que su madre lo había encerrado.

Puede ser que Aquiles quiso hacer de su vida algo útil.

Aquiles definitivamente sabía lo que se le había dado al nacer y decidió darle utilidad en su vida. Aquiles escogió y forjó el solo su destino.

Palabras Imprudentes

Mucho por hablar, mucho por escribir.

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