¿Quién eres tú? -dijo la Oruga.
Una de las preguntas filosóficas habituales es: ¿Quién soy?.
Les seré sincera, es una de las preguntas más difíciles que me he hecho en la vida, se puede parecer a esa típica pregunta de entrevista de empleo de autoconocimiento: ¿Cómo te defines?, ¿Cuáles son tus fortalezas y debilidades?. Si no te has hecho la pregunta, te invito a que lo hagas, te tomes el tiempo de pensar en una respuesta.
El hecho es que, como dijo mi querida Alicia:
-Apenas sé, señora, lo que soy en este momento... Sí, sé quién era al levantarme esta mañana, pero creo que he cambiado varias veces desde entonces.
Lewis Carroll - Alicia en el País de las Maravillas.
La identidad es compleja, crecemos y la formamos; las circunstancias que nos rodean forjan nuestra personalidad, el país donde nacimos, las costumbres familiares, los sesgos religiosos, la sexualidad definida, todo esto nos lleva a construir una respuesta clara de quienes somos... o eso creemos. Porque lo cierto es que somos seres cambiantes, el mundo es cambiante y llega un momento, generalmente en la adolescencia, donde comenzamos a titubear sobre la respuesta a nuestra identidad. También puede ocurrir cuando nos mudamos de país, cuando cambiamos de religión, o la abandonamos, cuando vamos superando problemas y nos volvemos más fuertes, o cuando nos debilitamos ante ellos. Entonces ya nuestra identidad no es clara, nos perdemos porque no nos reconocemos, porque creemos que estamos mal.
La verdad es que somos una Alicia constante, ahora bien. ¿Es lo mismo la identidad a la esencia?.
Santo Tomás de Aquino nos dice que: “Una cosa es inteligible por su esencia”.
En otras palabras, la esencia es lo eminentemente comprensible en cualquier realidad. Nuestra identidad va a cambiar porque el mismo mundo que nos rodea cambia, nuestros gustos, afectos, sexualidad, costumbres, nacionalidad, nadie lo puede entender por qué quizás nosotros mismos no lo entendamos, estamos en un proceso constante de descubrimiento personal, lo que si es único, comprensible, auténtico, constante es nuestra esencia.
Indaga en tu esencia, defínela, aférrate a ella, defiéndela, enamórate de ella y úsala como tu mejor arma contra el mundo y contra la búsqueda constante de tu identidad, porque son muchas cosas las que van y vienen con el tiempo, que quedarán en el olvido, pero tu esencia perdurarán en la mente de quienes te amaron, perdurará como un legado a quien pueda interesar.