Son tiempos difíciles para pensar diferente.
El debate moral de lo que está bien y está mal es tan complejo como la vida misma y la idea va cambiando con el tiempo, hace unos años, por ejemplo, fumar dentro de un avión estaba bien visto, era un acto normal. Hoy en día es impensable y esto mismo sucede con muchas cosas en la vida.
Entonces imagina que hoy te montas en un avión y ves a una persona encendiendo un cigarrillo, tú te acercas y le dices que está mal, que no debería hacerlo y que por favor lo apague. Pueden suceder varias cosas en torno a esto, y quizás muchos que te digan que no te metas.
Emitir una opinión en público, emitir tu punto de vista a un extraño, a un ser querido o al mundo es complicado y el cómo la acepten o la reciban se basa mucho en la moralidad de moda o de turno, la moralidad personal, sesgos religiosos, políticos y por supuesto de como lo digas. Puedes también estar equivocado, pero esto no tiene nada que ver.
¿Hasta qué punto debemos emitir opiniones sobre algo externo o ajeno a nosotros?.¿Es realmente lo que hace el otro ajeno a nosotros?
Yo creo que no del todo.
Es normal pensar diferente al otro, pero es importante que entendamos que hay algo fundamental para ello, para que sea una opinión coherente y respetable y ese algo es el pensamiento crítico, forjar nuestro pensamiento crítico. Tú me dirás... ¿Qué es el pensamiento crítico?.
Aquí una definición: "Es un proceso en donde el individuo usa la razón para dirigir su pensamiento de forma que cuestiona afirmaciones o las emociones con la finalidad de llegar a la postura más razonable sobre un tema."
Es quizás algo difícil de entender, pero no te preocupes, vamos a resumir y unir ideas.
Cuando queremos emitir una opinión sobre algo porque nos parece importante, justo y necesario hacerlo, ante todo es imprescindible habernos cuestionado, informado, haber razonado sobre el tema para buscar una postura coherente y respetuosa en la opinión, es decir, desarrollar nuestro pensamiento crítico para poder emitir opiniones, eso también incluye cuestionar, cuestionarnos todo lo que nos rodea, cuestionar nuestras creencias, nuestras tradiciones, nuestros hábitos.
Pensar diferente no es un crimen, no, aunque hoy la cultura de la cancelación sea nuestro pan de cada día, lo que si es un crimen es no educarnos sobre los temas de los que queremos opinar, no buscar información o razonar sobre ellos, entender que la moral cambia, que las tradiciones y hábitos no son estáticos, es un crimen sesgarnos o como diría Camus... suicidarnos filosóficamente.